Por suerte no soy Gallardo
Hace tres partidos que River gana, gusta y golea. Hace tres partidos que estoy buscando la forma de escribir esta columna sin caer en lo autor referencial. Pero no puedo. No sé me ocurre otra forma de escribir que no sea poniéndome en el centro de la escena. Pido disculpas si esto no le gusta a alguien, que por supuesto puede elegir dejar de leer en este instante.
River gana, gusta y golea con un esquema novedoso. Si lo pasamos a números, sería algo así como un 4-1-3-2, con Villagra como único cinco y Solari y Colidio de puntas sin dar referencias. Y, ¿qué quieren que les diga? A mí no me gustan los equipos que juegan sin un nueve. Entiendo que ni Borja, ni Bareiro suman al circuito de juego. Pero, sobre todo el colombiano, terminan las jugadas que arman otros. Colidio y Echeverry arman jugadones, pero después definen horrible. Solari volvió a amigarse con el gol, pero necesita tres o cuatro ocasiones para convertir una. Borja, en cambio, entra y moja. Los números no me dejan mentir. En los últimos tres partidos el Millo hizo nueve goles. Tres hizo Solari, Paulo Díaz y Borja hicieron dos cada uno, y los dos restantes fueron de Meza y Colidio. El único que hizo goles entrando del banco fue el Colibrí. Y los hizo jugando muchos minutos menos que sus compañeros.
El resto, salvo Echeverri, bien. La verdad, yo no sé qué le ve el Muñeco al Diablito para justificar su titularidad (a no ser que sea un tema de guita por objetivos) y, mucho menos, entiendo por qué el City pagó una fortuna por un jugador que no termina bien ninguna jugada.
Otro que sigo sin entender por qué juega es Enzo Díaz. Ayer no jugó por una lesión y Casco, supuestamente el último orejón del tarro, le dio una lección de cómo recorrer la banda y pasarle la pelota a sus compañeros.
En fin, con el correr de los partidos se va viendo la mano del Muñeco. River gana, gusta y golea con un esquema que a mí no me gusta. Pero, por suerte, no soy Gallardo.
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