De estrellas y estrellados
Antes de empezar, debo confesar que no vi el partido de ayer, por lo que esta nota no se basará en lo ocurrido frente a Talleres. Pero no importa que no haya visto el partido de ayer, porque sí vi los anteriores. Y, desde hace un tiempo, el Millo juega igual en todos los partidos. Es decir, muy mal. Se perdió la mística y, peor aún, se perdieron también la vergüenza deportiva y el respeto por la camiseta. No estoy exagerando. Hoy el manto se lo pone cualquiera porque no trae consecuencias. Entonces nos llenamos de refuerzos falopa porque hacen dos goles en un equipo de menor jerarquía, porque hace mil años (y con mil años menos) brillaron en el club, o peor, porque son hinchas. Aunque estoy lejos y no lo puedo comprobar, todo huele a negociado.
Crecí viendo a los canteranos (discúlpeseme el término ibérico) hacer grande al club. Eran tiempos en los que Didí estaba a cargo de las divisiones formativas y los pibes debutaban de a montones. Solo se compraba lo que faltaba, generalmente laterales o algún fuera de serie. Y los que llegaban, tenían que ser sí o sí de Selección. Alguna excepción habría, pero eran los menos. Esto empezó a cambiar en la época de Aguilar. Llegaron de a montones jugadores que no merecían ni ser considerados. Lo pagamos demasiado caro: con el descenso.
Pero ascendimos rápido. Ramón metió un título jugando muy mal (se lo recuerdo a los desmemoriados que hoy lo piden) y pegó el portazo. Entonces ocurrió el milagro. Una apuesta como tantas otras salió demasiado bien. Su nombre era Marcelo Daniel Gallardo. Un ex jugador del club que venía de ser campeón en Uruguay con Nacional durante su primer año como DT. El Muñeco retornó a las bases, volvió a apostar por los pibes, y completó sus planteles con jugadores fuera de serie y/o de Selección. Tanto es así que el semillero de River fue el que más jugadores aportó al Campeón del Mundo en Qatar.
Hubo épocas malas durante el primer ciclo de Gallardo en River. Pero un mal año era ganar solamente la Copa Argentina, por ejemplo. El Muñeco nos acostumbró a convivir con el éxito. Y por eso hoy duele tanto este presente. Volvimos a ser un equipo del montón, pero con la diferencia que hoy al montón le sobran diez equipos.
El tiempo pasa para todos (salvó para Armani, aparentemente). Varios de los héroes de Madrid hoy están grandes y ya no pueden dar lo mismo. Varios de los pibes que alguna vez nos maravillaron ya no están para vestir el manto. Varios de los que volvieron ya no eran titulares en Europa. Y como cambió la política del club, nos quedamos con un equipo viejo. Alguien podrá decirme que ninguno de los pibes que el club presta año a año (y después vende por dos mangos) tiene el nivel para jugar en la primera de River. La pregunta es ¿los que traen en cada mercado gastando millones de dólares si lo tienen? ¿Fonseca fue mejor que Peña Biafore? ¿Colidio es mucho mejor que Subiabre? ¿Bareiro fue mejor que Ruberto? Solo por nombrar a algunos de los que sí pudieron debutar con el Manto. Cambió la época pero, como yo también estoy más viejo, puedo decir que esto ya lo vi. Y, de mantener este rumbo, no veo un panorama agradable.
Estamos a tiempo de pegar un golpe de timón, pero no quedan muchas chances. Y es algo que debe hacer el DT. Tuvo varios meses para armar "su plantel" y se qudó con lo que hay hoy. No quiero más promesas. Quiero que River vuelva a ser River.
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