Ayer tuve un sueño
Ayer tuve un sueño. Soñé que jugaba River, y que lo hacía de una manera que hacía rato que no se veía. La dupla Borja - Colidio se entendía a la perfección. Y a ellos se les sumaban el Nacho Fernández de su mejor época en River, Barco, los dos laterales y hasta a veces Aliendro. Los pases fluían con una simpleza y rapidez pocas veces vistas. Y las jugadas de gol eran la consecuencia natural de aquel buen juego. El arquerito de Vélez tapaba las dos primeras, pero no podía con la tercera y River empezaba a ganar a los 6 minutos de juego. Y tampoco podía con la tercera, ni con la cuarta o quinta. No sé, como en todo buen sueño las situaciones se sucedían y uno perdía la cuenta de cuántas veces había pateado al arco el equipo. Pero lo que si recuerdo es que el primer tiempo terminaba cuatro a cero.
Pero Morfeo estaba laborioso, y entonces me mostró una historia completa. Porque además de soñar un partido perfecto en ataque, también pude ver el funcionamiento de una defensa que tapó todo lo que le tiraron. Con un Armani sacando la bocha difícil de cada partido. Y con un Paulo Díaz vestido de bombero, de Súperman o de todo Marvel entero y despejando cuánta redonda le pasase a su alrededor.
Y el sueño de repente me llevó al segundo tiempo. Y vi como Vélez salió con ganas de hacer mejor las cosas, pero el Millo se plantó bien atrás y les metió el quinto en la primera vez que pudo atacarlos. Yo estaba feliz y sonreía dormido.
Y llegó el momento de los cambios. Y entró Funes Morí para armar una línea de tres y soltar a los laterales. Y también entró Palavecino para empezar a tener minutos luego de la lesión. Y entraron los pibes (Ruberto, Mastantuono y más tarde Subiabre), está vez muy bien puestos por el DT, ya que lejos de las urgencias, entraron a divertirse. Y aprovecharon la oportunidad y, a pesar del bajón en el rendimiento colectivo, pudieron mostrarse. Y así se fue el partido perfecto de mí sueño. Ojalá River pudiera jugar así. Ojalá no hubiera sido un sueño.
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